Es
una de las formas artísticas más antiguas y primarias que conoce el hombre, es necesario
valorarlo como se merece y no dejar que este decaiga.
Se hace en
los barrios, en grandes escenarios, en las casas.
Hay que apostar por ideas renovadoras, por
actores, por productores. Las redes tienen que darse cuenta de cómo y dónde se
hacen los espectáculos. Es momento de dar un toque de atención a la gestión, de
que los grandes teatros se den cuenta de que sus espacios pueden ser
multidisciplinares, de que la rentabilidad no es llenar un espacio con 800
espectadores. Hay que darse cuenta de que hay más cosas que hacer, de que quizá
hay que ofertar de otra manera, promocionar de otra forma. Hay que acercarse al
espectador para explicarle por qué ha subido el IVA para que valore si es justo
o no.
¿Es injusto?
Es injusto
porque el teatro está siendo gravado con un valor añadido de lujo. Si la
cultura es un lujo mal vamos; si un pueblo se queda sin teatro peor vamos.
Esta es una
reflexión que nos tenemos que hacer todos porque hemos vivido épocas mejores y
no hemos gestionado mejor.
Si no sobra vamos todos apretados, pero todos tenemos que dar
ejemplo y amoldarse
a estos tiempos.
¿Cómo?
Este oficio
que siempre ha estado en crisis debe reflexionar, no ya para salir de la
crisis, sino para gestionar mejor con los medios que tenemos. Se puede hacer,
lo que hay que pensar es cómo lo hacemos y de qué manera va a repercutir.
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